Abrir el armario y encontrar que ya no hay armario. Empezar un bote de olivas y encontrar los horóscopos del año pasado. Aquella decadencia del jersey de lana y el olor a podrido del arte contemporáneo.
Todas las paredes rosas y chocolate es un espectáculo donde el tiempo pasa por el público asistente. Uno de cada cinco estará sometido a tomar LSD para comprender la definición cultural del país.
Una clara crítica a las estructuras contemporáneas y a los recursos fáciles de la intelectualidad. Un proyecto que se ríe él mismo, desde el inicio hasta el fin.