En 2019 dos salas de teatro de Barcelona cerraban por problemas con su infraestructura. Una debido a la finalización del contrato de alquiler con la propiedad; la otra para que el deterioro del espacio hace imposible sacar adelante el proyecto. La compañía Sargantana, compañía cercana a El Col·lectiu y responsable de La Vilella, explicaba en un comunicado que el deterioro del espacio hace imposible sacar adelante el proyecto. El Club Capitol, de la empresa Grupo Balañá, cerrará porque la propiedad del edificio no quiere renovar su contrato de alquiler.
Parece que en 2020 sigue igual: esta vez le ha tocado al proyecto del Antic Teatre. La sede del teatro capitaneado por Semolina Tomic se ve amenazada por una subida de casi cuatro veces su alquiler actual. Es decir, la propiedad pide al proyecto que pasen de pagar 1.500 € a 7.500 € mensuales. Una subida de alquiler que responde a las dinámicas de especulación que se han cargado ya una buena parte de la vida cultural de Barcelona. Esto ya hace años que pasa: recordemos también el caso de la Muntaner, la Poderosa, el espacio POE(tic) entre otros. Constantemente casos de espacios culturales expulsados de sus barrios. Al fin y al cabo, no es extraño. La crisis financiera ha dejado paso a las dinámicas especulativas brutales. El Antic Teatre es un edificio privilegiado en el barrio de la Ribera; justo en el centro de Barcelona. Un espacio codiciado para sacarle el máximo de fruto económico posible.
Por eso, precisamente, todavía tiene más valor el proyecto. Este conecta con las vecinas a través de diferentes proyectos con la comunidad. Está arraigado en un barrio arrasado por la gentrificación. Ofrece un espacio de creación abierto a compañías jóvenes -y no tan jóvenes- con el mejor trato económico de las salas privadas de Barcelona. También supera en dignificación de las condiciones laborales en todas las fábricas de creación que exhiben teatro. Ofrece un 80% de taquillaje a todas las compañías y artistas que por allí pasan, superando así a la Sala Beckett o el Teatre Tantarantana, espacios salvados por el ayuntamiento debido a problemas inmobiliarios que a día de hoy funcionan y crecen gracias al impulso económico del mismo ayuntamiento.
Por eso nos preguntamos como el Ayuntamiento afronta la crisis en la cual que hacer frente el Antic. Nosotros no abogamos para que el ayuntamiento vaya salvando espacios y cobijándose bajo el paraguas poco funcional -y menos organizado- de las fábricas de creación. Al menos, no pensamos que ésta deba ser la única vía. También nos preguntamos hasta qué punto tiene un sentido salvar espacios si después éstos no pueden hacer frente económico a la dignificación laboral. La misma cia Sargantana lo comentaba de su espacio, pero tantos otros lo podrían decir.
Lo que sí pedimos es -siendo como es este el ayuntamiento del cambio, el ayuntamiento que prometía combatir la especulación inmobiliaria y proteger sus víctimas- que se ponga la cultura también en este saco. Esta cultura frágil que nunca ningún gobierno ha considerado de primera necesidad y que siempre queda a merced de comerciantes, especuladores y buitres. Si la propiedad del Antic no cede en su amenaza, que las instituciones pongan remedio. Pedimos al Ayuntamiento -y al resto de instituciones- que legisle para proteger el Antic Teatre y también el resto de espacios culturales; como ya lo hace para proteger las viviendas de personas. Pedimos que se busque una ley para proteger los espacios culturales. Plantemos cara al desahucio de la cultura. Porque la cultura también es vida, la cultura genera tejido y comunidad, la cultura nos dignifica y sin ella el mundo es peor.
#NoPasaran
#DesahuciarCultura es #AtentarContralaVida
El Col·lectiu de Companyies de Teatre Independent
Febrero de 2020
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página Rueda de prensa 17.02.20 | EL ANTIC EN PALIGRO | Cartas de apoyo
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